Estoy
impaciente por llegar a Amurrio y comprobar de dónde proviene la
insólita naturaleza del hijo, la certera inmediatez con la que sabes qué
extraordinario “espécimen” humano y político es Santiago Abascal Conde, acaba confirmándose en el
cuerpo robusto del padre; bonachón, buen jinete y orgulloso de sus amigos.
A
este héroe de ojos brillantes, no le hacen falta coronas, ni alabanzas ni reconocimientos
en pomposos escenarios, ni siquiera mis palabras de evidente admiración; a él
ya le coronan 3 picos: el Escudo, el Ungino y el Iturrigorri. Los galopa sobre
su leal amigo Mozart, uno de esos tordos que compiten con él en nobleza y paso
férreo…uno de esos tordos sobre los que los cobardes de negra entraña dibujaron
una diana. Se equivocaron los alfeñiques alérgicos a la luz del día…lo que
consiguieron fue dotar a jinete y caballo del espíritu del regimiento Farnesio
al servicio de España, el que no claudica, el que de un modo u otro siempre
gana.
¿Imaginan
ustedes alguna forma de poder batir a un héroe forjado en 33 años de batalla, rozado
constantemente por la dentellada del odio ideológico por la defensa de la
libertad y la integridad del legado de nuestra patria? Aquellos eran tiempos en
los que la dignidad y la determinación amparaban a un País Vasco mucho más
entero a pesar de los intentos de desmembrarla a base de plomo, tiempos en los
que un país orgulloso levantaba manos blancas sobre la carcoma etarra, enemiga
de una España indoblegable. Ahora detrás de la falacia de los “nuevos tiempos”,
aparentemente apaciguados; esas manos están dentro de los bolsillos y esta
España triste y debilitada.
El
refugio del guerrero es Amurrio; pequeña, gallarda y verde, sembrada con sus
principios. Brava bajo los pies de los Abascal a pesar de amenazas, miedo
infundido y trueques políticos a manos de títeres tibios que comercian con la
lucha de los demás. Esos que regalan un pedazo de nuestra nación a “vendedores
de humo” que tatúan el independentismo en la frente del recién llegado, cuyo
regalo “manchado” es el de ocupar la casa vacía del que no tuvo más remedio que
marcharse. Una tierra con olor agridulce a héroes y villanos.
Tres
horas y media de coche desde el Valle de Ayala hasta Madrid, es tiempo más que
suficiente para extraer algunas lecciones, casi todas positivas, pero hay dos
que imperan sobre el resto:
¿
Qué lleva a un hombre valiente a animar a su propio hijo a enarbolar la bandera
más difícil?, la de mayor riesgo para su propia vida; quizás que el auténtico
fracaso hubiera sido verlo echarse a perder a manos de los lacayos del odio por
culpa de haber tomado el camino fácil. A cambio de haber tomado el más
complicado, este héroe de España contempla su premio más valioso:
Un
hijo osado y forjado en mil batallas dueño de dos sonrisas; la que se le escapa
por la mirada cuando se despide desde el alto de Orduña, y la que apoya sobre
una tupida barba, amable y desprolija, la sonrisa reservada para los verdaderos
amigos. El heredero de la ilusión, el esfuerzo, la bondad y los principios
inamovibles de su padre. Un político valiente con tintes trovadorescos … Buena
cosa eso de regalar bravura en tiempos de lánguidos con demasiado poder.
A
tenor de ciertos valores que los españoles parecemos haber abandonado
considerando erróneamente que hay asuntos que aunque caducos, son mucho más
perentorios, extraigo la segunda lección. Esto no ocurriría si conociéramos a
nuestros auténticos héroes, los que de verdad se merecen un lugar en los
libros. Si a algún escéptico le hace falta alguno contemporáneo, yo le “presto”
el mío: Santiago Abascal Escuza, héroe de España.
Ciertamente....si Santiago saliese tanto en los medios como el lider de Podemos....otro gallo cantaría. Estoy convencido que con él llegarán mejores tiempos para España.
ResponderEliminar